lunes

It's the economy, stupid! (1)

Así ganó Clinton –Bill– las elecciones en 1992, apelando a la economía. Bajó a la arena del circo y supo transmitir que la política no puede ser ajena a la realidad –o no debería serlo–. Mucho antes, 52 años, otro gran político, Winston Churchil, realizó uno de los más inconmensurables discursos de la historia. El 13 de mayo de 1940 fue nombrado primer ministro. En la primera reunión de su gabinete de gobierno fue lapidario: “No tengo nada más que ofrecerles sino “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”.

Son frases célebres y bellas, que serán recordadas y repetidas por muchas generaciones. Ambas tienen algo en común. Comunican desde una ‘base realista’, apegados a la realidad.

Cuando hay crisis no se puede comunicar desde otro nivel. Empresas, instituciones o gobiernos deben asumir la realidad. No como les gustaría que fuera. Tampoco como es. Deben asumir la percepción que de la realidad tienen ciudadanos, usuarios, clientes o votantes. Hay que construir el discurso desde lo emocional hasta lo racional.

Un ejemplo evidente es el de George W. Bush. Respondió con un mensaje eficaz a los ataques terroristas del 11 de septiembre. Su popularidad alcanzó niveles nunca vistos. Sin embargo, frente al huracán Katrina, no supo responder en los mismos términos. Su popularidad bajo a cotas nunca alcanzadas por otro presidente.

Hablamos, pues, de la realidad. Y la realidad de nuestros días es que la crisis económica está azotándonos con intensidad. No puedo entender cómo los dircom ministeriales, o los fontaneros de Moncloa, no aconsejan a Zapataro algo elemental: “bajar a la realidad”. Decirle a sus conciudadanos que por supuesto que estamos en crisis, que por supuesto que estamos pasando y vamos a padecer dificultades económicas y momentos difíciles, pero que, por encima de esas circunstancias, su presidente está seguro de que los españoles responderán como siempre lo han hecho, que seguirán luchando, día a día, para que la séptima economía mundial siga subiendo escalones.

“Hemos superado el ‘pib per capita’ de Italia, y aún nos quedan muchos retos por superar, pero tengo absoluta confianza en que los trabajadores, los empresarios, las amas de casa y todos cuantos conforman esta nación de naciones que es España sabrán afrontar esta crisis con el espíritu de superación y de lucha que siempre hemos tenido los españoles”. Ese debería ser el discurso de un gobernante eficaz.

Porque la palabra crisis existe. No es una "fase adversa". Cuando hablo con mis vecinos, con mis colegas o con mis hermanos no hablo de adversidad. Hablo de crisis. Y sólo a partir de esa palabra se puede empezar una comunicación eficaz en la situación actual.

¡Es el sentido común, …!

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3 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Parece que sí, efectivamente, está faltando la voz del sentido común en Moncloa. Es una pena que haya pocos asesores y consejeros dispuestos a hacer su trabajo resistiendo a las tentaciones de la adulación y el sí-señor. Y que Zapatero se haya obcecado con no decir la palabra crisis, como si al no pronunciarla pudiera frenarla o evitarla (tapar el sol con las manos).
Saludos.

11:11 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Me da la impresión de que se trata de un problema de tiempos: hablar de la crisis empujará a modificar comportamientos económicos y profundizará en ella. Sospecho que ese discurso que reclamas vendrá después del verano, cuando ya no se haya absorbido el impacto de publicitarla aún más.

11:59 p. m.  
Blogger Unknown ha dicho...

Santi, como bien dice el refrán, 'más vale tarde que nunca'. En parte estoy de acuerdo contigo. Es más, la actitud 'catastrofista' de determinados medios no hace sino agravar la crisis, pero la realidad es que, a día de hoy, nos encontramos en el punto algido de la misma. El segundo trimestre puede tener crecimiento negativo -a un trimestre de la recesión-. En esos momentos hay que poner el reloj a cero -curiosamente el paso 3 del libro que comento.

12:20 a. m.  

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