ANÁLISIS ECONÓMICO: Una historia verdadera
Introducción: Inauguro con este post una sección periódica de análisis económico. Muchos amigos y lectores me han comentado en numerosas ocasiones que mis posts analizan casi tanto los aspectos económicos como los comunicativos. Es cierto. La economía no es sólo una carrera que estudié hace años, también es una pátina que cubre la mayor parte de las actividades humanas, incluida la comunicación y las relaciones públicas. Desde mi punto de vista no se puede ser buen consultor en comunicación sin conocimientos económicos. Por eso me he decido a dar un paso más y hacer, de vez en cuando, un análisis económico alejado de la parte comunicativa. Para mi es un reto que espero compartir.
Una historia verdadera
El rescate financiero coordinado por multitud de países es, en realidad y por contradictorio que parezca, una receta que se nutre de la ortodoxia neocom. Y todos sabemos hasta donde han sido capaces de llegar y la influencia que han ejercido en gobiernos y en instituciones como el FMI. Los postulados de Friedman fueron aplicados como verdades inexorables. Sus ideas eran defendidas como quién defiende un inexpugnable castillo. Pero la fortaleza ha caído. Basta con leer el extraordinario artículo del Nóbel de Economía, Krugman. Un prodigio de análisis económico.
El rescate financiero, aunque sea aplicado por multitud de países, no puede ser la única medida, porque si así fuera quizá estaríamos salvaguardando uno de los pilares de la economía –sector financiero- pero a costa de demorar la recuperación económica y de empobrecer a amplias zonas de nuestro planeta.
En realidad –y por fortuna- en España, al igual que en otros países, ya han surgido voces alertando de esas medidas adicionales. Nada menos que un renacido Rajoy ha puesto el dedo en la llaga al comentar que apoyaría el plan de rescate del gobierno de Zapatero, pero sólo si ese dinero que iba a poner a disposición de los bancos era destinado a las PYMES. Rajoy, y su equipo, introdujeron un asunto clave en el debate económico: el déficit de la balanza comercial acumulado por la economía española durante estos años.
Durante años, y fruto de la apuesta que se hizo por el crecimiento basado en el sector inmobiliario –y aquí intentaré ser lo más apolítico posible, porque ningún gobierno ni ninguna administración se ha opuesto a este modelo de crecimiento-, la economía española necesitó financiarse con dinero foráneo. Es decir, nuestro sistema productivo no vendía lo suficiente en el exterior como para utilizar ese dinero en el país. De ese modo, el sector inmobiliario necesitaba financiación y los bancos acudían al exterior para obtener dinero que luego prestaban en España. Año a año el déficit ha ido creciendo y todo hubiera ido bien todos hubiéramos seguido con la compra de bienes inmuebles. Pero llego la desaceleración, se dejaron de comprar bienes inmuebles y el sector inmobiliario empezó a no devolver dinero a los bancos. A su vez, el sistema bancario necesitaba refinanciar los créditos que había pedido en el exterior… pero en ese momento no había liquidez en el mercado. No había a quién pedirle dinero. Entonces acudieron al BCE, aunque siguió sin ser suficiente. Entonces vino el plan de rescate de los gobiernos occidentales, y también el de Zapatero.
Y la gran cuestión, obviamente, es ¿para qué va a utilizar el sistema financiero ese dinero? Porque si lo van a destinar a pagar sus deudas y reducir su riesgo, la economía “real” no va a beneficiarse en nada.
Por eso Rajoy habló de las PYMES. Hoy por hoy están ahogadas, pero tampoco sabemos si van a tener financiación a corto o medio plazo…con el dinero aportado por el Estado, es decir, por todos los españoles.
Y también por ello, Krugman comenta en otro intersante artículo, “la hora de la política fiscal”, que dentro del paquete de medidas debe estar, en primer lugar, el incremento del gasto público, porque mantener el consumo público y privado es la única garantía que tenemos en este momento de garantizar la supervivencia de familias y empresas y de que no entremos en un período de recesión tan prolongado como el que ha vivido, por ejemplo, Japón. Esperemos que Solbes sepa escuchar tanto a Rajoy como a Krugman.
Por cierto, en Japón, como bien dice Krugman, se aplicaron recetas liberales y no keynesianas. Y su estancamiento ha durado años. Y, también por cierto, en España tenemos algunos gobernantes autonómicos que se confiesan abiertamente liberales, fieles seguidores de Friedman y su séquito neocom, y están dispuestos a seguir aplicando unas recetas que nos han llevado al borde del abismo.
Una historia verdadera
El rescate financiero coordinado por multitud de países es, en realidad y por contradictorio que parezca, una receta que se nutre de la ortodoxia neocom. Y todos sabemos hasta donde han sido capaces de llegar y la influencia que han ejercido en gobiernos y en instituciones como el FMI. Los postulados de Friedman fueron aplicados como verdades inexorables. Sus ideas eran defendidas como quién defiende un inexpugnable castillo. Pero la fortaleza ha caído. Basta con leer el extraordinario artículo del Nóbel de Economía, Krugman. Un prodigio de análisis económico.
El rescate financiero, aunque sea aplicado por multitud de países, no puede ser la única medida, porque si así fuera quizá estaríamos salvaguardando uno de los pilares de la economía –sector financiero- pero a costa de demorar la recuperación económica y de empobrecer a amplias zonas de nuestro planeta.
En realidad –y por fortuna- en España, al igual que en otros países, ya han surgido voces alertando de esas medidas adicionales. Nada menos que un renacido Rajoy ha puesto el dedo en la llaga al comentar que apoyaría el plan de rescate del gobierno de Zapatero, pero sólo si ese dinero que iba a poner a disposición de los bancos era destinado a las PYMES. Rajoy, y su equipo, introdujeron un asunto clave en el debate económico: el déficit de la balanza comercial acumulado por la economía española durante estos años.
Durante años, y fruto de la apuesta que se hizo por el crecimiento basado en el sector inmobiliario –y aquí intentaré ser lo más apolítico posible, porque ningún gobierno ni ninguna administración se ha opuesto a este modelo de crecimiento-, la economía española necesitó financiarse con dinero foráneo. Es decir, nuestro sistema productivo no vendía lo suficiente en el exterior como para utilizar ese dinero en el país. De ese modo, el sector inmobiliario necesitaba financiación y los bancos acudían al exterior para obtener dinero que luego prestaban en España. Año a año el déficit ha ido creciendo y todo hubiera ido bien todos hubiéramos seguido con la compra de bienes inmuebles. Pero llego la desaceleración, se dejaron de comprar bienes inmuebles y el sector inmobiliario empezó a no devolver dinero a los bancos. A su vez, el sistema bancario necesitaba refinanciar los créditos que había pedido en el exterior… pero en ese momento no había liquidez en el mercado. No había a quién pedirle dinero. Entonces acudieron al BCE, aunque siguió sin ser suficiente. Entonces vino el plan de rescate de los gobiernos occidentales, y también el de Zapatero.
Y la gran cuestión, obviamente, es ¿para qué va a utilizar el sistema financiero ese dinero? Porque si lo van a destinar a pagar sus deudas y reducir su riesgo, la economía “real” no va a beneficiarse en nada.
Por eso Rajoy habló de las PYMES. Hoy por hoy están ahogadas, pero tampoco sabemos si van a tener financiación a corto o medio plazo…con el dinero aportado por el Estado, es decir, por todos los españoles.
Y también por ello, Krugman comenta en otro intersante artículo, “la hora de la política fiscal”, que dentro del paquete de medidas debe estar, en primer lugar, el incremento del gasto público, porque mantener el consumo público y privado es la única garantía que tenemos en este momento de garantizar la supervivencia de familias y empresas y de que no entremos en un período de recesión tan prolongado como el que ha vivido, por ejemplo, Japón. Esperemos que Solbes sepa escuchar tanto a Rajoy como a Krugman.
Por cierto, en Japón, como bien dice Krugman, se aplicaron recetas liberales y no keynesianas. Y su estancamiento ha durado años. Y, también por cierto, en España tenemos algunos gobernantes autonómicos que se confiesan abiertamente liberales, fieles seguidores de Friedman y su séquito neocom, y están dispuestos a seguir aplicando unas recetas que nos han llevado al borde del abismo.
Etiquetas: Análisis económico, Comunicación política, Crisis
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